Que el jardín de cuatro años sea obligatorio es para la psicopedagoga, Silvia Bono, “una oportunidad para hacer hincapié en lo actitudinal, enseñar valores, en la socialización, en jugar con los pares”. La obligatoriedad no conlleva a que se coarte la libertad del niño, explica. Es por eso que Bono insiste en que se fomenten más los valores y el aprendizaje a través del juego que cualquier otro contenido que se pueda desarrollar más adelante.
“El rótulo de obligatoriedad es para sistematizar, dar forma”, añade. Desde su perspectiva también ayuda al niño porque ordena todos esos conocimientos que va adquiriendo de manera desordenada. Además de ordenar el conocimiento el jardín de cuatro años también ayuda en la socialización, un punto clave según la psicopedagoga. “Si no lo hacen obligatorio la socialización recién en un jardín de cinco años se hace más complicada, entonces comienza el peregrinaje de las madres porque su hijo no se adapta”,
Desde la estructura, permite mayor control de lo que se le ofrece a un niño de esa edad: maestras con título docente, material didáctico, infraestructura adecuada. “Esto no sucede muchas veces en los mal llamados jardines maternales, donde las actividades responden a lo que elige el dueño del establecimiento”.
Este cambio introduce la responsabilidad de que el docente planifique las actividades siempre basadas en lo lúdico porque a esa edad el niño necesita jugar. “Pero jugar no es hacer lo que quiera, cuando jugás también hay reglas que hay que cumplir”, opina la especialista.
“Si comenzás a los cuatro años guiando y marcado el camino es como plantar la semillita”, señala Bono. Esto podría ayudar con los problemas que se ven en otros niveles de la etapa escolar. “Hoy no hay respeto. Te lastimo, me burlo, te pego... Si tenemos la oportunidad de la obligatoriedad, entonces comencemos por la educación en lo actitudinal”.